subvencionesHace unos días la hija de un vecino llamó a mi puerta. La chica está estudiando Publicidad y quería hacer un trabajo sobre la publicidad editorial en Revistas Culturales. No hay problema le dije, es muy fácil. Miré el último Anuario de Revistas Culturales de España (ARCE) y le señalé al menos 8 revistas para analizar, le indiqué que se fuese a la biblioteca del barrio y consultase las revistas. Un par de días después vuelve la chica a llamar a mi puerta. Me dice: la biblioteca no tienen ninguna revista de las que le sugerí. Le doy una nueva indicación: vete a la sede de ARCE y las miras allí.

Esta anécdota, que mucha gente puede considerar insustancial, me lleva a reflexionar de nuevo sobre el tema de las revistas en las bibliotecas, y específicamente, por las revistas culturales y de pensamiento. Hasta hace un par de años este tipo de revistas, a través de un mecanismo de subvención, llegaban a las bibliotecas públicas. Pero un buen día, a algún funcionario público le dio por encontrar el bálsamo de Fierabrás, debía creerse con un cociente de inteligencia superior al de Heisenberg, y cambió el sistema de subvención. Y el resultado del balance es desastroso. Desde entonces se otorga una pequeña subvención a la producción sin necesidad de que esas revistas vayan a las bibliotecas, cerrando de esta forma una opción de servicio público esencial a las propias bibliotecas. El importe de la subvención para la producción de revistas culturales asciende a 630.000 euros. La cifra en sí misma puede decir mucho o directamente no decir nada. A mi juicio, situada en un contexto determinado, me parece una auténtica miseria. Pero voy a intentar contextualizar el asunto haciendo unos cálculos y consultando algunas fuentes de datos.

Cálculo. Imaginemos 100 revista culturales, estas llegaban a una media de 500 bibliotecas en España. Total ejemplares: 50.000. Si usamos un ratio de difusión y multiplicamos que cada revista podía tener un índice de 8 lectores (por lo bajo), hemos dejado de ofertar lectura de revistas a 400.000 lectores de las bibliotecas. Me pongo al habla con algunos editores de estas revistas, ni que decir tiene que preferían el antiguo sistema por dos cuestiones: tenían una enorme visibilidad en multitud de pequeñas bibliotecas y se generaba un flujo indirecto y cruzado de gente que se suscribía y/o compraba algún numero suelto a la editorial. Por otro lado se mantenía un cierto nivel de servicio público en las bibliotecas. Luego vamos a ir desterrando el concepto derroche.

Datos. Me pongo a leer el Anuario de Estadísticas Culturales 2013 que publica el Ministerio. Me voy al capítulo de datos de gasto por español y año en dos partidas: libros no de texto y publicaciones periódicas. Los datos muestran un panorama desolador.

Gasto

El hundimiento del gasto tanto en la partida de revistas como en la de libros no de texto es evidente. La carencia de renta, despidos, ERES, reducciones salariales, precariedad, paro juvenil, etc., pueden explicar esta debacle. Con estos datos, es obvio pensar en una situación ciertamente preocupante de numerosas empresas editoriales.

Y ya metidos en harina rastreo en Internet un tema importante. Las subvenciones a otros sectores que no sean el libro ni las revistas. Extraigo unos párrafos de este enlace, por cierto, con la retrógrada nueva Ley de Propiedad Intelectual no sé si esto será delito: «Automovilismo y minería, los sectores que más subvenciones reciben del Estado».

El top ten de las empresas más subvencionadas está encabezado por una automovilística, Peugeot España, que acumuló 66,7 millones de euros al ser agraciada con cinco subvenciones. Le siguen, por este orden, la minera Unión Minera del Norte, que ingresó de las arcas públicas 29,33 millones de euros; Hunosa, con otros 27,5 millones; Telefónica, con 23,9; Renault España, con 23,5; Iveco España, con 20; Coto Minero Cantábrico, con 19,8; Agroseguro, con 19,2; EADS, con 17,7; y Unión Fenosa Distribución, con 16,9 millones de euros.

Me acerco a ver otros datos a través del portal Axexor.

Cada año, el Gobierno dedica recursos para subvencionar diferentes entidades en España. A lo largo de 2012, las empresas e instituciones en España recibieron 8.023 millones de euros en subvenciones, un 14,2 % menos que el año anterior. ¿Cuáles fueron las sociedades más subvencionadas? A continuación especificamos las 50 sociedades mercantiles más subvencionadas en 2012. La lista suma más de 573 millones de euros, representando así un 7% del total de ayudas públicas concedidas durante el año pasado.

Las empresas más subvencionadas de España

Después de ver esto me pongo malo y me vengo arriba. Si las subvenciones directas a la producción de toda la industria del libro (editoriales, distribuidoras y librerías) no llega actualmente a 2 millones de euros. ¿Por qué las subvenciones a las industrias culturales tienen tan mala prensa y en seguida sale un listo pidiendo que se supriman? Es obvio que las subvenciones a la industria editorial (libros y revistas) y a las librerías son el chocolate del loro o simplemente calderilla. Hace unos días comenté la última ocurrencia aparecida en los Presupuestos Generales del Estado, una ayuda a las librerías de 150.000 euros, un insulto a la inteligencia, estaré pendiente del pliego de condiciones que publiquen, pues puede ser de traca. Por eso creo que antes de opinar sobre las subvenciones hay que contextualizar el tema y ver con qué se comparan y como se miran. Las subvenciones actuales a un sector con una balanza exportadora positiva no dan ni para comprar piruletas.

Ni que decir tiene que las revistas han desaparecido de las bibliotecas, pero en cierto modo igual le ocurre al libro, también afectado por el cambio de mecánica de la subvención. Si añadimos la bajada de presupuestos de adquisiciones para monografías y revistas en las bibliotecas (63%) lo que se aprecia es que el único papel que entra en las bibliotecas es el higiénico, y se restringe en el caso de andar suelto de tripa. Aprovecho estas disquisiciones para observar otra cuestión, la desaparición de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas ha sido un desastre. Como muchos de mis lectores saben, se incluyó esta dirección en un epígrafe que era el de Dirección General de Políticas e Industrias Culturales y del Libro, insisto en el titulo (y del Libro). El señor Lasalle, Secretario de Estado de Cultura, que levantó una gran expectación en el momento de acceder al puesto, conforme ha ido pasando el tiempo ha visto como se pinchaba su burbuja y hoy comienza a pasar sin pena ni gloria. Una reflexión sobre esta industria (y su reconversión) debería ser objeto de su atención, y la idea de restituir el libro a la categoría que merece debería repensarla. Rectificar es de sabios.

Desde hace muchos años he considerado que la cultura de la subvención debía ser redefinida en profundidad. La ventanilla a la que ir a preguntar «¿cómo va lo mío?» ha limitado mucho su horario de apertura. En el caso de la industria del libro y las revistas, es evidente que el modelo antiguo era manifiestamente mejorable, pero el actual no le va a la zaga.

Señalo aquí algunas reflexiones acerca del tema que me parecen pertinentes:

  • Subvencionar únicamente aquellos productos editoriales que sean de imprescindible incorporación al acervo cultural y patrimonio bibliográfico español y sean muy difícil de producir y/o comercializar.
  • Aumentar la dotación de subvenciones a libros y revistas pero haciéndolas llegar a las bibliotecas. Volver al antiguo sistema.
  • Subvencionar la demanda de los particulares en paralelo a potentes políticas de adquisiciones que garanticen el mantenimiento de los servicios de bibliotecas.
  • Favorecer y estimular la conformación de empresas muy sólidas, competitivas, exportadoras, y de fuerte músculo financiero y empresarial (y que creen empleo de calidad), en un intento estratégico de fortalecer el sector.
  • Desarrollar un mecanismo de control de retorno de inversión de ese dinero público en la sociedad.

Termino, aquí se ayuda y subvenciona todo, incluyendo la banca, tengamos mesura a la hora de opinar. El importe de las subvenciones a libros y revistas culturales no alcanza ni para comprar mondadientes. Seamos serios, las grandes cifras de la cultura de la subvención están en otros lados. Es una urgencia ciudadana cambiar el panorama cultural. Ante una degradación tan profunda del tejido social, desterrar la idea de que la subvención a los productos culturales es un derroche se convierte en un imperativo político y social. Ante este marasmo cultural y político, que nadie se extrañe de que el personal vote a Podemos, la gente no es antisistema, es mucho más sencillo: hartazgo.

Escrito por Manuel Gil

Nacido en Albacete, licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y Master en Dirección Comercial y Marketing por el IE Business School. De 2016 a 2021 fui Director de la Feria del Libro Madrid. Mi trayectoria y experiencia profesional se ha desarrollado en importantes empresas del sector del libro –Cadena de Librerías 4Caminos, Paradox Multimedia, Grupo Marcial Pons, Ediciones Siruela, OdiloTID–, asiduo visitante de todas las Ferias del libro de Latinoamérica. En la actualidad, desempeño tareas de docencia en España y en América, y me dedico a la consultoría en el sector editorial y a la investigación de mercados en relación al mundo del libro.

5 Comentarios

  1. […] Una colaboración de Antinomias Libro  […]

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  2. El sector editorial en España aporta, de momento, el 2% del PIB, mientras que la aportación del cártel del motor es del orden del 10% y, además, exporta casi toda la producción. Para sostener este ejercicio de chamanismo que es el cálcuo del PIB, es fundamental apuntalar el sector industrial (automóvil + todo lo demás que Ud. ha colocado en esa lista). La cultura, así como cualquier actividad otra actividad que no aporte lo suficiente para mantener la fantasía del PIB español (v.g. coches, putas y drogas), lo tiene crudo para captar fondos públicos.

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  4. […] la vuelta a lo que Manuel Gil escribe hoy con mucho tino sobre quién y por qué se reciben subvenciones en el ámbito de la industria, quizás convenga pensar que el sector editorial recibe pocas por su […]

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