La aparición del Informe de comercio exterior 2020 de la FGEE, publicado hace muy poco tiempo, me genera algunas dudas, no sólo a mí, sino también a numerosos editores con los que hablo. El global muestra una caída del 26%.
Se pueden observar caídas, muy razonables en la mayoría de los países, incluso alguna subida. Pero vamos analizar específicamente América Latina.
El peso de la exportación de libros para América Latina es del 47% más un 4% a Estados Unidos, seguido de la Unión Europea con un 32%.
Al analizar la Tabla 8 del informe, observamos estos datos:
Extraigo los datos de los principales mercados de América y esto es lo que aparece:
Las caídas parecen razonables e incluso se observan incrementos de ventas. El problema que me comentan los editores, y mi experiencia personal en años pasados así lo corrobora, es que las salidas de libros son en depósito, el DUA de salida muestra un importe que no es venta real. El importador recibe la mercancía y la pone en circulación. El ciclo es largo. Envío al transitario desde el almacén del editor, montaje de un contenedor con la mercancía de diferentes editores, llegada a puerto en cada país de América, posteriormente envío al almacén y distribución en régimen de consignación a cadenas y librerías. Es un envío multimodal muy poco sostenible y ecológico. Desde que los libros salieron del almacén del editor español hasta estar presentes en las librería, pueden haber transcurrido al menos dos meses o tres, si no más.
La venta real es una liquidación de lo vendido que el editor recibe con una periodicidad determinada, mensual o trimestral. Pero a partir de marzo de 2020, las liquidaciones dejaron de llegar; y, en 2021, han sido mínimas. Cuando el editor recibe la liquidación, hace un arrastre de saldo sobre el envío en consignación. Luego la venta real exportada sería el sumatorio de liquidaciones recibidas en el ejercicio.
Esos datos, así en bruto, ofrecen algunas dudas, las caídas reales son muy superiores a juicio de los editores: matizan que superan el 50%, acercándose al 70%. Pensemos que para numerosos pequeños editores del Gremio de Madrid, las ventas en Hispanoamérica representan el 50% de su comercio total, luego parece razonable que, ahora que llegan los fondos Next Generation de la UE, se priorice este perfil de editores que están absolutamente golpeados por la pandemia.
La pregunta que hemos de formularnos es acerca de qué perspectivas de recuperación puede tener el mercado latinoamericano, tan importante y decisivo para numerosos editores españoles. A corto plazo, los indicadores macroeconómicos muestran distintos escenarios en función de cada país. Desde luego, de manera inmediata, parece nada probable una recuperación. Todos los organismos internacionales (CEPAL, BM, FMI, etc.) coinciden en que la recuperación será muy desigual, asimétrica, y con ritmos muy distintos, con algunos países de recuperación muy lenta, lo que agrava la situación de la edición, tanto de su mercado interior como de las importaciones de España.
Al margen de la desigualdad, la pobreza, el bajo nivel de inversión, la baja productividad, la informalidad, la asimetría en el reparto de rentas, el peso de lo que se denomina “economía informal”, la inestabilidad política o las bajas tasas de lectura habituales en el continente, vamos a analizar tres factores importantes: PIB, inflación, y depreciación de las divisas frente al dólar. Y no se debe olvidar que el nivel de vacunación es también un factor decisivo de cara a la recuperación de los mercados, como señala el Estudio Económico de América Latina y el Caribe publicado por CEPAL en octubre pasado.
Si miramos el dato de PIB, observamos que 2020 fue un año calamitoso para las economías de la región.
Obviamente, en 2021 ha habido un efecto rebote, es decir, como 2020 fue muy duro para las economías del mundo debido a la pandemia, las índices de crecimiento de este año engañan un poco, pues al comparar con 2020 parece que se dio un crecimiento muy notable, cuando en realidad no es así, es lo que se denomina «efecto rebote» ya que la base de comparación es muy baja.
Un factor que preocupa mucho es la alta inflación en toda la región. Los gobiernos han tratado de contrarrestar la ola inflacionaria subiendo las tasas de interés, cuestión que también afecta a los consumidores porque los créditos se encarecen. Lógicamente, con esos niveles de inflación, es improbable que las importaciones aumenten. Y es también razonable pensar en una mengua de las importaciones intra América Latina.
Entre las economías más grandes, como Chile y Colombia, se proyecta que están razonablemente bien posicionadas para recuperarse en 2022. Chile presenta un índice de vacunación muy alto y sus exportaciones de cobre y litio pueden impulsar la economía hacia arriba por la alta demanda de materias primas. También se considera que Colombia está en buena posición por sus reformas estructurales realizadas en estos años. Panamá puede crecer mucho por el enorme programa de infraestructuras puesto en marcha y por el tirón de la industria turística del país.
La escalada inflacionaria en la región conlleva que el coste de la vida aumente para la población y gran parte de la misma aprecia que el salario no le alcanza para comprar suficientes productos, con incrementos significativos del precio de los alimentos, así como de todos los bienes y servicios; además, las tasas de empleo están hoy todavía por debajo de los niveles prepandemia.
Los datos que aporta CEPAL nos señalan que el PIB promedio de los países de la región latinoamericana aumentaron un 5,9%, estimando un 3% para este 2022, los datos son inferiores a los de las economías desarrolladas, siendo la región emergente más castigada del mundo en términos económicos.
Otro factor preocupante es la depreciación de las monedas en todos los países de la región. El dólar estadounidense es la principal divisa de referencia en América Latina, y las variaciones en su cotización afectan directamente al nivel de vida y poder de compra de los ciudadanos. Si el valor del dólar aumenta con respecto a las monedas locales, el poder adquisitivo de los consumidores latinoamericanos disminuye. Y esto es lo que ha sucedido en muchos países latinoamericanos desde el comienzo de la pandemia. Las monedas de América Latina han perdido un valor considerable frente al dólar.
El peso colombiano ha perdido alrededor del 14%, el peso argentino un 13%; el sol peruano, un 11; el peso chileno, un 8% y el mexicano un 1% de su valor en lo que va del año, aunque hay una relativa confianza en que los repuntes de la demanda de materias primas puedan amortiguar la depreciación.
VOLVER A AMÉRICA LATINA
La pregunta que hemos de hacernos ahora es: ¿Qué significa y proyecta todo esto para la edición española? A mi juicio, una travesía del desierto que puede durar bastante tiempo. De entrada, es imprescindible que España vuelva con stand a todas las grandes ferias del continente. Observo que este año está previsto acudir también a Colombia, pues Argentina y México eran casi fijos desde hace tiempo, pero ¿qué pasa con Lima y Santiago? En paralelo, es necesario activar las misiones comerciales de áreas específicas de edición: libro técnico, infantil, cómic, ensayo, narrativa y, también, revistas culturales. Nunca olvidemos que es nuestro mercado natural.
Hay que volver a América Latina, nuestro caladero natural para la edición española en su conjunto. En paralelo, hay que dialogar con las Cámaras del Continente para que se presione a sus gobiernos a la hora de implementar políticas públicas de apoyo al sector. Y, desde España, hacer un esfuerzo en incrementar los 12 millones de euros en libros que se han importado en 2020. Balanza comercial muy positiva para España pero muy negativa para los países de la región. Las bibliotecas públicas de España deben prestar atención a lo que se publica en el continente y posibilitar la llegada de fondos interesantes a nuestras bibliotecas.
Es necesario plantear una última reflexión acerca de la insostenibilidad del envío de libros de manera indiscriminada al continente. El incremento de precios en origen por temas de papel y logística, en torno al 15% ó 30%, y el transporte hasta América, conllevan que el libro español se encarezca enormemente y sea muy poco competitivo en esos mercados, de manera que se edita allí o se está fuera del mercado, esto constituye también una relativa oportunidad para los editores de cada país de América. El desarrollo del mercado en la región tiene que tener un fuerte anclaje en las ediciones nacionales y en los mercados interiores.
Nota: Este post es un extracto de un artículo más extenso que se publicará en la revista Texturas del próximo mes de abril.
MG