DILVE

En estos días todos los editores que inscritos en Dilve están recibiendo de la FGEE una carta en la que les señala lo que adeudan por los registros que tienen en Dilve. Para cobrarles el importe de los libros que tienen en el sistema hacen una pirueta que lleva a reflexión, al menos eso me comentan varios editores. La tarifa que les cobran en 2014 se refiere a los libros «activos» que tenían en 2013, excluyendo los descatalogados, inactivos y agotados. Si no quieres pagar debes comunicarlo para que te den de baja del sistema. De la lectura de las comunicaciones que el gremio ha enviado a sus editores, y que amablemente un editor me remite, surgen varias reflexiones sobre el asunto.

El ISBN era gratuito hasta que la FGEE se lo apropió, es decir, pasó de un servicio público del Ministerio a ser privado, en manos de la FGEE, de manera que al poco tiempo de ser privatizado se convirtió en coste para el editor y en una fuente de ingresos para la FGEE. El pequeño editor no ganó nada con la privatización, más bien al contrario. ¿Por qué ese interés en privatizar un servicio que funcionaba bien y era gratuito? Alguien dirá que en otras partes era ya de pago, es verdad, pero aquí no lo era. ¿Quién salió ganando y quién perdiendo? Al final se ha convertido en una fuente de ingresos para la federación. Si el año pasado se inscribieron en la agencia del ISBN algo más de 74.000 libros, es posible hacerse una idea del volumen de ingresos. Y ahora con la integración ISBN-Dilve se cierra el círculo virtuoso de la monetarización. Esta incontinente y voraz afán recaudatorio parece no tener fin. Si añadimos que algo más del 30% de la cuota del editor a su gremio se evapora hacia la federación, la pregunta que muchos editores se hacen es: ¿Qué servicios me ofrece el estar agremiado, si ya todo es de pago? Es obvio que son ya muchos los editores que comienzan a interrogarse acerca de esos servicios que son ya manifiestamente discutibles. Hace unos días me escribía un editor que comparaba la federación con una franquicia de la agencia «Montoro», por aquello del afán recaudatorio del ministro. En vez de servicios se ha convertido en una oficina comercial.

Dilve se puso en marcha con dinero público, básicamente con ingresos procedentes de Cedro, y por lo que cuentan ahora tiene un enorme agujero. Para cobrarle a los editores en 2014 hacen la pirueta de decirles que toman como base los libros activos de 2013, es obvio que como no es posible cobrar un servicio con carácter retroactivo, que en el fondo es lo que están haciendo, inventan este sistema. Como la decisión se toma unilateralmente, muchos editores se están cuestionando el asunto, ¿Qué me cobrarán en enero de 2015? ¿Qué tarifas impondrán? Y aquí surge otra reflexión.

¿Quién usa DILVE? ¿Se muestran las estadísticas que permitan ver a los editores quien descarga sus registros? Digo esto ya que por ejemplo, el mayor vendedor de libros digitales del mundo no descarga nada de Dilve para su división online, y así muchos otros a los que se les suministran los metadatos en hojas de Excel. A mi juicio la importancia de Dilve se ha sobrevalorado. ¿Se pueden vender libros en el mundo sin estar en Dilve? Por supuesto. Digo esto porque surge una reflexión que ya me han hecho llegar algún editores. La base de datos del ISBN la pidieron algunas plataformas y empresas cuando se instalaron en España, ¿todas ellas pagaron una tarifa estándar por tener esa base de datos? ¿A cuánto ascendieron esas ventas? ¿Sobre estas ventas no les correspondería algún ingreso a los editores, que a fin de cuentas son los que ponen el circo? Si tanto el ISBN como Dilve se fusionan ahora es razonable pensar que debe ser para una optimización de costes. La idea de tener un repertorio único de información bibliográfica era buena, es verdad, pero visto lo visto después, a alguien se le pasó pensar en la sostenibilidad de un sistema que, por lo que cuentan, es caro, muy caro. Da la sensación de que algo no se hizo bien a la hora de generar proyectos faraónicos, tarde o temprano alguien acaba pagando la fiesta.

Otro tema que muchos editores están cuestionando es el hecho de tener que domiciliar el recibo de pago por vía bancaria, piensan que tal y como están las cosas en cualquier momento les pueden colocar una derrama, es decir, no se fían. Y cuando se instala la desconfianza entre agremiados es mal camino.

Y vuelvo a un tema importante. Si hace un poco de tiempo hablaba en un post del concepto de «lanzaderas digitales» y decía que era una herramienta imprescindible (por cierto, he descubierto una empresa en Barcelona que se dedica a esto y sobre la que escribiré en breve), es obvio que una lanzadera puede hacer perder valor el estar en Dilve. Una hoja de Excel de la editorial se sube a la lanzadera y de allí a todas las plataformas con las que la editorial trabaja. El dato que la propia federación ofrece sobre el número de altas en Dilve en 2013, 40.000 novedades, muestra a las claras que sólo el 54% de los libros editados se subió a Dilve. Es por ello que pienso que hay vida más allá de Dilve. Era una buena idea pero alguien debería reflexionar sobre sus costes y su sostenibilidad, y parece que no se ha hecho. Tengo finalmente la sensación de que o reflexionan sobre el tema o puede haber una desagremiación importante. La tensión de la cuerda recaudatoria sobre la pequeña edición ya no tiene más elasticidad y se puede romper en cualquier momento.

Escrito por Manuel Gil

Nacido en Albacete, licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y Master en Dirección Comercial y Marketing por el IE Business School. De 2016 a 2021 fui Director de la Feria del Libro Madrid. Mi trayectoria y experiencia profesional se ha desarrollado en importantes empresas del sector del libro –Cadena de Librerías 4Caminos, Paradox Multimedia, Grupo Marcial Pons, Ediciones Siruela, OdiloTID–, asiduo visitante de todas las Ferias del libro de Latinoamérica. En la actualidad, desempeño tareas de docencia en España y en América, y me dedico a la consultoría en el sector editorial y a la investigación de mercados en relación al mundo del libro.

12 Comentarios

  1. […] de las editoriales de autoedición, que normalmente no forman parte de esa plataforma. También hay quien da a DILVE un valor muy relativo, entre otras cosas porque Amazon por ejemplo no lo usa (y es la […]

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  2. Keep these arcitles coming as they’ve opened many new doors for me.

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  3. Manuel gonzalez muñoz 19/02/2016 en 10:26

    Que debo hacer ,afiliarme a dilve o buscar otras vias.?

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  4. Hola,
    Soy de Cristina Boolino, de Barcelona, tenemos todos los libros catalogados como infantil y juvenil de DILVE (hasta hoy) y alguno más de los que no están en DILVE, nos ponemos a vuestro servicio si queréis, es totalmente gratuito, es lo mínimo que podemos hacer por el sector. Un saludo afectuoso, Cris

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  5. Hola! Somos una nueva y pequeña editorial. Hace unos días recibimos por email la notificación de la oficina del ISBN diciendonos que a partir del 3 de Noviembre se cierra la solicitud via telemática. ¿Que pasa con los codigos ISBN comprados y aún no asignados a libros? Se pierden? Como hay que pedirlos a partir de ahora y que coste tendrán?

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  7. Si los críticos dicen que el FMI es, en realidad, el Fondo para la Mortalidad Infantil, está claro que el FGEE es el Fondo para Garantizar la Extinción de los Editores. Hace años que se echa en falta una concertación de las pequeñas editoriales para acciones puntuales de autodefensa. Cobrar por estar en Dilve (y trabajar gratis para el sistema subiendo religiosamente los datos) no es sino otro paso en la finalidad última de estas corporaciones medievales: la autoperpetuación.
    Pero, en fin, André Schiffrin ya señaló que las editoriales independientes son tan independientes que no son capaces de ponerse de acuerdo en nada. Y así nos va.

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  8. Aun estando de acuerdo contigo, Manuel, en que sería necesario analizar cuáles son los costes derivados de la gestión del nuevo servicio unificado y la manera en que deben asumir o no los editores esos costes, lo cierto es que todo lo que suponga estandarización e interoperabilidad (y eso es ONIX y eso es XML), será siempre un paso adelante en beneficio de toda la cadena de valor (digital) del libro.

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    1. Coincido contigo Joaquín, la estandarización es imprescindible, pero para usar ONIX o XML no necesito ni a DILVE ni a la FGEE, y menos si establecen doble cobro por el mismo servicio.

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  9. angelredero1 10/03/2014 en 11:20

    Genial Manuel Gil.

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  10. Información Bitacoras.com

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