Hace unos días aparecía el informe Panorama de la Educación 2010, que todos los años publica la OCDE. Los datos, cerrados a 2008, referidos a España son para reflexionar largamente. En el ranking de jóvenes europeos que ni estudian ni trabajan (la denominada Generación NI-NI) estamos en segundo lugar, con un porcentaje del 19,4% en jóvenes de entre 20 y 24 años. Únicamente nos supera Italia con un porcentaje del 22%. Fuera del entorno europeo hay países que tienen todavía cifras más altas, como Turquía (44,6%) o Israel (37,5%), pero esto no debe ser un consuelo.
El informe destaca que entre 1995 y 2007 la mayoría de los países aumentaron fuertemente sus inversiones en educación preuniversitaria, una media del 43%, pese a que el número de estudiantes se mantuvo más o menos estable durante el periodo. En el caso de la formación universitaria el aumento medio del gasto fue del 14%.
Otra cuestión importante del informe es el llamamiento que hace a invertir en Educación. El gasto en educación varía mucho entre los diferentes países aunque de media dedican el 6,2% de su Producto Interior Bruto (PIB) a este capítulo. En cuanto a la parte del total del gasto que se dedica a educación también hay diferencias entre los países ya que, por ejemplo, la media de la OCDE es del 13,3% y hay países, véase México, que destina el 22%, como consecuencia del elevado déficit que tiene en este terreno. La mayoría de países europeos dedican una media del 10% del gasto a educación.
En materia de vinculación entre formación y empleo la OCDE considera que a mayor formación aumentan los años que se puede estar trabajando, lo que beneficia a la salud de los sistemas públicos de pensiones, muy dañados por el descenso de población activa asociado a la caída de la natalidad. Desde 1997 la tasa media de paro entre la población con estudios universitarios ha sido de un 4% mientras que entre la que no tenía formación superior se ha elevado al 10%.
Vemos algunos datos, extraídos del diario El País, acerca del sombrío panorama educativo español:
- El 22% de la población española ha completado la educación posobligatoria, frente al 47 por ciento de media de la UE y el 44 por ciento de los países que forman parte de la OCDE.
- El 44% de los titulados españoles de entre 25 y 29 años ocupa puestos de trabajo de cualificación inferior a sus estudios, frente a la media del 23 por ciento de la OCDE.
- El 38% es el volumen de titulados en FP de grado medio en España en 2008 a la edad habitual de graduación (17-18 años), frente al 52% de media de la UE y el 44% de la OCDE.
- El 49% de los españoles tiene solo estudios básicos. El 38% de los titulados en secundaria posobligatoria lo son en estudios de formación profesional, índice inferior a la media europea.
Con este panorama educativo y con los mercados laborales a la baja, no olvidemos que la precariedad del empleo, los contratos basura, becarios con renta de indigentes, etc., ¿qué ocurrirá con la industria editorial dentro de unos pocos años? Es muy probable que tanto por aspectos demográficos, como educativos y de renta, el mercado se estrechará mucho más, es decir, la franja de compradores se reducirá dramáticamente, pudiendo llevar a la industria editorial a un callejón sin salida. Un informe reciente de la Universidad Pablo Olavide señalaba que el 87,6% de la contratación de universitarios era bajo el modo de contratos temporales, lo que plantea serías dudas respecto al futuro de la edición en España.
Hacer del libro un producto arraigado del consumo de ocio es una batalla que necesita mucha inversión por parte de las administraciones públicas, y no es sólo un problema de precio. Para consumir hay que tener renta, esto es un principio de la termodinámica del consumo, y los libros, que hoy no tienen el valor simbólico-funcional que tuvieron para generaciones anteriores, sufrirán. Podemos llegar a encontrarnos con que el producto libro se convierta en patrimonio de rentas altas. A la espera del tan esperado Plan Estratégico del sector, buscaremos si en el mismo se ataca el tema de la dimensión del mercado y la polarización de las rentas, a mi me parece el punto clave del análisis con que debería arrancar el mismo.
No debemos olvidar que en el 2020, uno de cada cinco españoles tendrá más de 64 años, y que la franja de trabajadores –de 16 a 65 años- disminuirá en casi medio millón de personas, lo que determina que la tasa de dependencia avanzará hasta un 55%.
Pues bien, estos datos determinan un estrechamiento del mercado editorial que cuestiona seriamente la viabilidad de numerosos proyectos editoriales. Un tamaño muy pequeño del mercado junto a una hiperfragmentación de las audiencias cuestionan totalmente el modelo actual, el tema es complejo y debería ser uno de los apartados fundamentales del plan estratégico del sector.
Gracias por aportarnos este interesante articulo. Lo que queda en evdencia una vez mas es la importancia de la inversión en educación.
[…] que hoxe a coincidencia da crise económica, coa do modelo de edición cultural e a do tránsito entre os paradigmas analóxico e dixital, sitúan ao sector do libro nunha situación decisiva de mudanza inevitable e profunda que debemos […]
¿Acaso antes era mejor? Me parece que quedarse en estos datos es miope. Tenemos una población mucho mayor, por lo que aunque los porcentajes de lectura se mantengan, en términos absolutos, crecen. Y paradójicamente, la crisis hará que la gente se forme más.
Querido Maestro,
Como siempre, una bombona de feromonas para las neuronas. Le copio y le mando un abrazo.
Al leerle me ha venido a la mente –dentro de la diatriba de que la historia tiende a repetirse– el episodio que comenta Epstein (contemporáneo anagrama bajo demanda de «Epson & Einstein» ¿no?) en su famoso «La industria del libro» (Anagrama)… en el que da cuenta de su papel en la democratización del acceso a contenidos en formato libro (hasta entonces restringido a personas pudientes porque pobres pagaban poco y pésimamente). ¿Será que la vida del mundo del libro sucede siempre entre sístoles y diástoles sincopados? Ese futuro que usted alumbra como plausible en que «el mercado se estrechará mucho más, es decir, la franja de compradores se reducirá dramáticamente, pudiendo llevar a la industria editorial a un callejón sin salida», en parte, ya está aquí: la industria editorial ya entró en ese callejón sin salida (las señales que así lo indican son múltiples y no es aquí el momento de enumerarlas). Ya entró, y ahora asistiremos al espetáculo de los codazos por el oxígeno, a las patadas por evitar la asfixia, a la despiadada lucha por la supervivencia comercial… Y seguramente, algunos logren subirse al bus de aquello que comentaba usted recientemente de Telefónica & Co. pero otros, más pequeños, flexibles e interesantes, quizá recuperen esa senda peatonal por la que camina (y no ha dejado de hacerlo) el lector.
Dos temas –de relieve y de bajorelieve- en relación a esto: todo lo que el sector no hace en relación a la formación de nuevos públicos (ahora en el pidgin del social media se le dice creación de audiencias) pero que algunos acomenten a título personal gota a gota (tal sería el caso, por citarle un ejemplo reciente, de Luís Solano en la librería minúcula de la esquina de casa: se pasó una tarde entera a la velicidad de la luz de una vela hablando de literatura y de sus libros ante un auditorio entregado de seis personas –mi padre era uno de ellos) y, derivado de esto (o debajo de esto), el propio pasado-preente-futuro de la Educación Universitaria. Seguro -ni de lejos pretendo hacerlo aquí- que un análisis en profundidad sobre lo que ha (o no) acontecido en el mundo universitario ligado a las letras desde la Transición, contribuye a que esos datos que usted trae al cuento, sean algo menos lúgubres. Y en ese sentido, nomás echar un vistazo por la red de la cantidad de biontes pensantes de nuevo cuño iberoamericano cuya formación yo no es posible considerar universitaria en un sentido clásico, pero sí con una vocación intelectual quizá desmembrada del sistema productivo (el mundo del trabajo remunerado), pero activamente intensa en el plano… digamos (y ruego a Dios me perdone)… de la «realización personal». Cuántos blogueros de alto rendimiento cultural, por ejemplo, no se ganan las vidas… vaya uno a saber… sin por ello dejar de ser lectores y, frecuentemente, entusiastas analistas de lecturas. Pienso que esa minería de datos que usted reposiciona explica más el pasado reflejado hoy en el suelo de la realidad, que el vuelo que inevitablemente representa el futuro para muchas personas –hoy hijos todavía- que quizá acumulen conocimiento, aprendan y se formen, fuera de los muros universitarios convencionales… en una dinámica más callejera, más «citius altius fortius». La tarea para algunos será tratar captarlos entre consumos e insumos, pero para otros (los que nos interesan) bastará con estar disponibles y vivos, cuando sean encontrados. Es una sensación –es verdad, no medida realmente todavía– que no habrá que salir a la caza del lector del futuro, sino facilitarle que nos encuentre: porque el lector de mañana, ese que nos interesa, tendrá tanto hambre de encontrar, que se buscará la vida para dar con lo que le interesa. Por eso, entre otras cosas, es una maravilla eso que ha hecho nuestro Manolo Ortuño al adecentar un reading showroom en Blanca de Navarra, sillón orejero included. Eso, es lo que ha de hacer un editor serio: ser sistema de paso, ser fuente y emanar… que la sed de sentido y la curiosidad, será cosa del otro, ese que lee.
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