Fui a la FIL invitado por las jornadas Otra Mirada, invitado por Paco Goyanes y Ana Cañellas de la Librería Cálamo de Zaragoza y por Nubia Macias (Directora de la FIL). Mi gratitud a todos y todas por su amabilidad. Y también a Rubén Padilla, coordinador de eventos de la FIL que en todo momento estuvo pendiente de que no nos faltará de nada.
Las jornadas son un foro internacional que intenta aunar puntos de vista de todo el mundo hispanohablante en un evento de marcado carácter internacional. Desde mi punto de vista las jornadas sólo las puedo calificar de excelentes y con una organización ejemplar.
Ni que decir tiene que estuve presente en la totalidad de las jornadas, pero resalto dos cosas que me resultaron especialmente serias: la mesa sobre el desafío digital y la de formación.
En la mesa sobre el desafío digital destaco la intervención de Felipe Lindoso, ex director de la Cámara Brasileña del Libro, que ofreció una gran cantidad de datos sobre la evolución del mercado digital de Brasil, espero que se cuelguen en alguna parte estas intervenciones, que al no ser ficheros de power poiint y ser leídas y desgranadas se hace difícil de retener muchos datos aun cuando estés tomando notas en una libreta. También resultaron muy interesantes las aportaciones de Blanca Rosa Roca, que ofreció datos internos de la evolución de su empresa en el tema digital. Me llamó la atención su comentario de que la facturación digital le suponga ya el 12%, con la opacidad que tienen los editores, lo de esta mujer es ciertamente de otra galaxia. Y por su concreción y solidez también me resultó interesante la ponencia de Buenaventura Porcel, de Trevenque, grupo tecnológico español que lleva muchos años ofreciendo soluciones al sector del libro ciertamente potentes e innovadoras.
La mesa de formación me gustó especialmente, pues hubo tres ponentes que me resultaron muy convincentes en sus apreciaciones y diagnósticos: Margarita Valencia, que habló sobre el diseño del Diplomado de Edición del Instituto Caro y Cuervo, con especial relevancia en la formación «integral» del editor, no sólo en habilidades del «oficio concretas»; Tomás Granados, que insistió en la banalidad de la formación editorial, si no le entendí mal él tiene un planteamiento mucho más basado en la imposibilidad de «enseñar» la esencia de un oficio para el que se nace; y Manuel Ortuño, de la editorial Trama y la revista Texturas, que dejó una perla especialmente certera: «hay negocios de risa con resultados serios y negocios serios con resultados de risa, como el editorial».
A las jornadas quizá habría que darles una vuelta en un punto, el formato. Creo razonable pensar que habría que llegar con un documento elaborado de cada tema para ser sometido a discusión, siempre con un sentido global y panamericano de interés general. Digo esto ya que en las conclusiones aparecieron temas de índole nacional que no eran susceptibles de ser asumidas por la totalidad de la comunidad hispanohablante. En cualquiera de los casos en cuanto me lleguen las conclusiones finales las reseñaré en el blog. Reitero, unas jornadas ciertamente excepcionales.
Información Bitacoras.com…
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